La crisis sanitaria provocada por el coronavirus, que generó numerosas restricciones y obligó a decretar un estado de alarma en marzo de 2020, forzó a la mayoría de los trabajadores a seguir cumpliendo con sus funciones laborales desde sus domicilios, con el fin de que sus empresas se mantuviesen activas en esta circunstancia excepcional. El teletrabajo en pandemia demostró que se puede trabajar con toda la normalidad desde casa y además ser productivo sin necesidad de un control constante y dejó patente algo que parecía claro: ni todo el mundo puede teletrabajar; ni todos los empleados, aunque su labor se lo permita, pueden hacerlo todos los días.
El teletrabajo tuvo como recompensa un freno muy importante de los contagios, ya que evitó el contacto directo con los compañeros, y hubo picos en los que un tercio de los ocupados teletrabaja. Todo apuntaba que, ante tantas bondades, esta opción laboral había llegado para quedarse, y el mensaje se repitió por activa y por pasiva, pero la realidad hoy es bien distinta. Apenas los funcionarios, y solo una parte, ya que muchos requieren estar presentes en los diferentes organismos públicos para la atención de los ciudadanos, y los empleados de grandes empresas han conseguido al menos poder elegir dónde desarrollar su desempeño profesional. Y es que para un alto porcentaje de empleados no es fácil teletrabajar, ya sea por falta de medios y recursos, o simplemente porque necesitan relacionarse con sus compañeros para desempeñar mejor su ocupación o simplemente porque sus jefes no creen en esa alternativa.
Qué ventajas y desventajas tiene trabajar a distancia
Los empleados públicos podrán trabajar desde casa tres días a la semana y, excepcionalmente, otros dos, y entre los objetivos de la decisión está el ahorro de costes energéticos. Bien planteada, esta opción laboral supone un ahorro de costes eléctricos y de alquiler, ya que no se necesitan oficinas tan amplias, y de combustible, porque no son necesarios los desplazamientos. Junto a esto, en algunos casos incrementa la productividad -aunque es un tema debatible- y, además, está constatado que genera menos bajas y desde luego menos riesgos de accidentes 'in itinere'.
Sin embargo, la novedad de su implantación -solo el 8,3% de los ocupados trabajaban desde casa, ya fuera habitualmente o de forma ocasional, en 2019- , ha provocado que se multipliquen las disputas y litigios entre los asalariados y los empresarios, por asuntos como la desconexión digital, la conciliación laboral y familiar, la discriminación de determinados trabajadores o los problemas informáticos en el domicilio. Mientras, el teletrabajo es una alternativa imposible para los empleadores desconfiados y que necesitan un control permanente. Los datos evidencian que el aumento del teletrabajo no ha sido el esperado y que de momento no ha venido para quedarse.
Así, los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) disponibles muestran que un 17,6% de los ocupados -3,3 millones- teletrabajaba a finales de 2o21, que un porcentaje muy similar lo podría hacer pero no lo hace por diferentes razones y hasta el 65% no podrían realizar su trabajo desde casa. Por edad, el 20,1% de las personas ocupadas de 35 a 44 años han trabajado a distancia y el 18% de las de 45 a 54 años. Los que menos han teletrabajado son los de 16 a 24 años, apenas un 9,4%. Por sexo, las mujeres trabajaron online más que los hombres (18,1%, frente a 17,1%).
Quién puede solicitar teletrabajar y cuántos días
La situación que muestra la encuesta del INE revela una desaceleración importante con respecto a la pandemia. Estela Martín, abogada y Dircom de SincroGo, una asesoría ubicada en Madrid que colabora con empresas tanto nacionales como extranjeras para gestionar las áreas de laboral, fiscal y contable, apuntaba ya hace dos años el actual escenario y aseguraba que el teletrabajo solo puede funcionar cuando existen unos medios y unos recursos adecuados y, especialmente, "cuando la dirección de la empresa -y sobre todo, los mandos intermedios y superiores- creen que es una forma natural de trabajo en la organización y que el liderazgo no significa tener a los empleados bajo tu campo en visión".
Martín recalcaba que el teletrabajo en pandemia, en la mayoría de los casos, surgió como una imposición, por lo que su desaparición parecía más que evidente, y anticipaba ya en 2020 que "cuando acabe la causa -la Covid- será el fin del teletrabajo o quedará relegado a cuando no vuelva a quedar más remedio". La abogada aseguraba que el teletrabajo, sin las condiciones óptimas, no genera más productividad. "No es lo mismo teletrabajar en silencio y en un ambiente sin distracciones, que con bebés o niños en casa" y eso repercute en el rendimiento.
Enrique Morales