Nuestro mercado laboral combina la mayor tasa de paro de la UE con la menor proporción de puestos por cubrir, apenas un 0,9% de los existentes, lo que le sitúa como el país con menor capacidad para crear empleo y el gran perdedor en la lucha entre las grandes economías europeas por atraer mano de obra. Así lo certifican de manera recurrente los datos de Eurostat y del Instituto Nacional de Estadística (INE). Pero este relato choca con los que ofrecen otras estadísticas, desde el intenso aumento de la ocupación al hecho de que las empresas españolas denuncian dificultades para contratar y se están viendo obligadas a mejorar más los salarios de las ofertas que en Alemania, Francia o Italia. ¿Podemos fiarnos de unos datos que se contradicen para entender la realidad del empleo en España?
La Job Vacancy Rate (JVR) que publica la Oficina Europea de Estadísticas bebe de los datos de la Encuesta Trimestral de Costes Laborales (ETCL) que elabora el INE español. Esta, como su propio nombre indica, recopila la información que suministran los empleadores sobre "puestos de trabajo que, o bien han sido creados recientemente, o no están ocupados, o están a punto de quedar libres" y para cuya ocupación se están "tomando medidas activas con objeto de encontrar un candidato idóneo ajeno a la empresa".
Así, según explica el organismo estadístico español, estos datos reflejan la "demanda insatisfecha de mano de obra", así como los "posibles desajustes" entre la capacidad y la disponibilidad de los desempleados y los trabajadores buscados por los empleadores. Para calcular esto último, las vacantes se cotejan con la tasa de paro en la conocida como curva de Beveridge, que mide la eficiencia de un mercado laboral. Cuanto más paro hay, menos puestos por cubrir y a la inversa. Un principio que, a priori, la situación de España cumpliría a rajatabla, aunque sea en dirección opuesta al resto de Europa.
El mercado laboral europeo se ha enfriado claramente en el último año, con un retroceso de las vacantes especialmente significativo en Alemania (donde ha pasado de una tasa del 4,2% a un 3,1% en un año, el mismo nivel que en 2019), si bien la JVR que publica Eurostat no despeja completamente los temores de muchos economistas por las resacas de un 'sobrecalentamiento' del empleo que amenaza directamente a las economías de la zona euro. Con una significativa excepción: España, que lleva más de dos años estancada en una ratio de puestos por cubrir del 0,9%, lo que equivale a poco más de 145.000 vacantes.
Es el nivel más alto desde 2011, cuando la inyección de miles de millones de euros de dinero público del Plan E disparó artificialmente la tasa, que llegó a situarse en un 1,4%, superando la de la zona euro y empatando con la alemana. Pero desde entonces, las tornas han cambiado. La recuperación económica incrementó las vacantes en las principales economías de la zona euro, pero en España las redujo. Incluso países como Francia e Italia, que salieron de la crisis financiera con un nivel de puestos por cubrir similar al de España, ahora la duplican.
En este sentido, cabe destacar que Francia y Alemania son los principales destinos de emigrantes españoles dentro de la Unión Europea, un hecho que alimenta los temores a que esas grandes economías puedan 'robarnos' talento cualificado, como ocurrió durante la crisis financiera.
Una tasa de vacantes 'congelada' en España
Como se aprecia en el gráfico, Eurostat no recoge los datos de cada país desde el mismo año. En Francia e Italia empieza a hacerlo mucho más tarde que en Alemania y, sobre todo, España, que en la serie sin ajuste estacional remonta sus datos hasta 2006. Y aquí llegamos a un detalle llamativo: en los años en los que España llegó a su mínimo histórico de tasa de paro, las vacantes apenas llegaban 0,6%. Algo que rompe completamente con la curva de Beveridge, y que en el momento en cierta medida se repite hoy.
Empleo y vacantes: cada uno por su lado
Llama la atención que la tasa de puestos actual por cubrir sea tan baja para un mercado laboral que, en un contexto de moderación general, es el que más ha aumentado el número de ocupados. Según los datos de Eurostat, España ha sumado 378.000 en el último año, una cifra que supera los 342.000 de Francia, los 283.000 de Italia y los 123.000 de Alemania, países todos ellos con una población activa mucho mayor que la española. Algunos analistas lo achacan a diferencias entre las encuestas en cada país, pero este argumento tiene un problema: la metodología de la JVR de Eurostat es la misma para todos los países. Si no, esa estadística no tendría validez.
Una explicación a esta discrepancia puede estar en la volatilidad estacional del empleo. Puede pensarse que en el caso español los empleos eventuales no se trasladan a los datos de vacantes, al no identificarse con puestos nuevos y darse por descontada la rotación del trabajador. Sin embargo, en Países Bajos, con una tasa de temporalidad superior a la española, las vacantes por cubrir alcanzan el 4,1%. Esto podría implicar que los empleadores holandeses conciben los puestos eventuales de una forma muy diferente a los españoles. Es decir, que cuando contratan a un eventual es para un puesto de nuevo creación que antes no existía, mientras que, en nuestro país, el puesto es estático y son los contratados los que se rotan sobre él.
Aunque la rotación del empleo en España sigue siendo la más elevada entre los Veintisiete, la reforma laboral ha reducido por la vía de restringir la contratación temporal, lo que implica a que muchos puestos eventuales de corta duración se han consolidado como fijos con mayor estabilidad. Es decir, el empleo puede aumentar sin crear puestos de trabajo por cubrir ni aumentar los fichajes, porque los trabajadores no se van.
De hecho, desde el cambio en la regulación del mercado de trabajo, la contratación ha retrocedido por la menor necesidad de temporales, aunque estos siguen siendo seis de cada diez de los que se firman. A ellos se suman los fijos discontinuos, que pasan periodos de inactividad que, a efectos de las estadísticas de población activa, pueden considerarse desempleados si durante esas pausas si buscan otro trabajo.
Aun así, la contratación indefinida ha aumentado del 9% al 40%, un repunte que revela que la forma de contratar ha cambiado. Por ello resulta muy extraño que la mayor estabilidad del empleo no se haya traducido en una variación de la tasa de vacantes. El efecto ha sido neutro.
La curva de Beveridge
Aunque, en realidad, la variable con la que se relacionan las vacantes es el desempleo. Se considera que una elevada tasa de paro se relaciona con una reducida tasa de vacantes y a la inversa, ya que los desempleados son el indicador habitual de "mano de obra disponible" (un parado se define como una persona sin trabajo que buscan activamente empleo y está disponible).
Cierto es que la ocupación no se nutre exclusivamente de parados. Una parte sustancial proviene de personas consideradas inactivas, como desempleados que no buscaban activamente un trabajo, pero se animan al descubrir una oferta gracias a un familiar o conocido (que es la manera más habitual de encontrar empleo en España). Estadísticas como la holgura laboral confirman que España tiene el mayor porcentaje de la suma de parados y estos inactivos que podrían trabajar de la UE, pero este dato no incluye a la inmigración, que supone un importante empuje a la ocupación. Ante la dificultad para estimar estos supuestos, se prefiere tener en cuenta el paro realizar estimaciones como la de la mencionada curva de Beveridge.
Dicha curva es un indicador de evolución a lo largo del tiempo (estima el momento del ciclo en el que se encuentra un mercado laboral), pero Eurostat propone una lectura alternativa: como una 'foto fija' que permite comparar la situación de diferentes países en un momento dado. Son los denominados 'puntos Beveridge' y el mismo principio que rige esta correlación entre paro y vacantes sigue colocando a nuestro país en una situación delicada en comparación con el resto.
Aunque España registra su tasa de paro más baja y la más alta en vacantes en tres puntos, se sitúa en el extremo más alejado del resto de la UE. Incluso queda peor que los dos únicos países con una tasa de vacantes inferior a la española: Rumanía y Bulgaria (que no forman parte de la zona euro) quedan mejor ubicados que nuestro país en el mapa.
España, el país con menos oportunidades laborales en la UE
Esto significa que las empresas españolas son mucho menos competitivas para atraer trabajadores que otros países con muchas más ofertas de trabajo por cubrir. Una explicación puede estar en que el 33,4% de ellas corresponden al sector público, el porcentaje más alto de la UE y diez veces superior al de Alemania, cuya tasa de vacantes triplica la española.
Como mencionamos al hablar de la evolución histórica de la tasa de vacantes, el 'sesgo público' de las ofertas de empleo fue mayor incluso en los primeros años de la crisis financiera por el impacto de los planes extraordinarios de obra pública para 'salvar' el empleo de la construcción tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. En los últimos años ha vuelto a repuntar, en parte por la necesidad de la jubilación de funcionarios, aunque también influye que es el sector con mayor tasa de temporalidad, superando incluso a la hostelería.
En este escenario, el sector privado se ve obligado a competir con nuestros vecinos, sino también con las administraciones, lo que lleva a que, aunque tengan pocos puestos por cubrir, cada vez les cuesta más hacerlo. Pero esto por sí solo n puede explicar una de las paradojas más sorprendentes ante la supuesta falta de demanda de mano de obra: una subida de sueldos en las ofertas de empleo publicadas que supera la de países con una tasa de vacantes muy superior y donde también la inflación ha subido con mayor intensidad.
¿Quién tira de los salarios?
De hecho, según los últimos datos de Indeed, los salarios ofertados en España superan claramente a los la de Alemania, Francia e Italia, así como a la media de la zona euro, sin una explicación clara. Factores como la subida del SMI, el nuevo acuerdo de negociación colectiva que se consideran como la explicación de los salarios en España, pero también se han producido en el resto de países.
Una tesis alternativa es que en España se pagan salarios más bajos que en el resto de las grandes economías europeas y ahora se ven obligadas a compensar la diferencia. Esto puede ser aplicable a ciertos sectores con trabajadores cualificados y, sobre todo, más dispuestos a emigrar como el tecnológico.
Pero en el peso relativo de estas actividades en el empleo es limitado y, además, si nos guiamos por lo ocurrido en sectores como el sanitario, esta fuga de talento se debe más a la falta de oportunidades que a los salarios. A fin de cuentas, variables como el idioma o el coste de la vida es un factor que muchos profesionales tienen en cuenta.
España reactiva la subida salarial para contratar
Se puede objetar que estos datos solo recogen ofertas publicadas y no todas incluyen franjas salariales. Pero el modelo desarrollado por el servicio de estudios de Indeed ha resultado ser bastante acertado para medir las fluctuaciones salariales en los dos últimos años. De hecho, el BCE lo cita en sus análisis e intervenciones.
El análisis 'ombliguista' en España
El extraño comportamiento de las vacantes en España respecto a la UE ha pasado bastante desapercibido en el debate económico español porque la mayoría de los analistas no realizan la comparativa europea. Dan por amortizadas las diferencias entre los mercados laborales europeos (pese a que la metodología de la JVR es homologable) y se fijan en el 'modelo clásico de la curva de Beverige. Es decir, únicamente toman en cuenta los datos de España y su evolución a lo largo del tiempo. Y según esta estimación que solo nos compara con nosotros mismos, ahora estaríamos en un momento del ciclo unos datos parecidos a la de los niveles previos a la Gran Recesión (con paro relativamente bajo y vacantes relativamente altas) .
Este análisis sí apunta a un 'calentamiento' del mercado laboral español que explica las tensiones entre demanda y oferta de mano de obra. Así, según estima BBVA Research, en lo que va de 2024 la evolución de la curva "evidencia mayores dificultades para realizar emparejamientos laborales que podrían incrementar las presiones salariales en algunos sectores u ocupaciones". Es decir, la falta de mano de obra que han denunciado con intensidad las patronales de la hostelería y la construcción.
Algunos análisis plantean que este problema deriva de factores demográficos y del hecho de que muchos trabajadores aprovecharon el parón de actividades en la pandemia para formarse y buscar empleos en otros sectores, aunque estas hipótesis no terminan de encajar con lo que reflejan los datos de la EPA y de afiliación: una vez recuperada la actividad, el empleo en ambos sectores no solo se ha recuperado, sino que se ha incrementado.
Desde el Ministerio de Trabajo y los sindicatos sí han esgrimido los escasos datos de vacantes para defender que esas supuestas dificultades para encontrar trabajadores no derivan de una supuesta falta de mano de obra, sino de la negativa (o falta de capacidad) de las empresas para subir salarios. Más allá del debate con las patronales en el diálogo social, esta interpretación confirmaría el éxito de la reforma laboral a la hora de moderado la rotación de trabajadores con contratos temporales.
Y es que el carácter eventual de los empleos es uno de los dos principales factores que reduce la presión sobre los salarios. El otro es la llegada de trabajadores inmigrantes, que se ha reactivado desde la pandemia pero las empresas consideran que no es suficiente para cubrir la falta de trabajadores. De hecho, el interés del Ministerio de Inclusión y Seguridad Social por fomentar la contratación en origen para esos sectores (en especial la construcción) ha sido una de las fuentes de roces entre PSOE y Sumar en los dos últimos años.
Los de Yolanda Díaz y los sindicatos consideran que la intención al traer foráneas es reducir salarios. Aunque este plan en concreto ha fallado, como contamos en elEconomista.es, el debate sigue abierto. Sin embargo, análisis como el realizado por Raquel Carrasco para Fedea cuestionan esta tesis que relaciona salarios e inmigración. Aunque la presencia de los trabajadores extranjeros se ha distribuido en más sectores que en épocas anteriores, su peso en construcción y hostelería es elevada. Y ambos han tenido que subir salarios.
Por otro lado, el plan del Ejecutivo para impulsar la regularización de los inmigrantes tendrá como efecto un descenso del empleo sumergido entre este colectivo, lo cual mejorará sus condiciones laborales y los salarios, lo que beneficiará al resto de trabajadores, ya que eliminará una 'competencia desleal' que 'tira' a la baja de sus retribuciones.
En cualquier caso, el misterio de las vacantes y su impacto en la economía y la competitividad de España respecto al resto de Europa, sigue lejos de resolverse con unos datos que parecen minimizar el alcance real de la falta de mano de obra y que se han mantenido impasibles incluso antes una profunda reforma de la contratación como la de 2021. Ante este escenario de datos aparentemente contradictorios, las políticas dirigidas a resolver los problemas parecen condenadas a dar lo que coloquialmente se denomina 'palos de ciego'.
Javier Esteban