Menos contratos temporales, pero más precarios que nunca: el 37% apenas llega a la semana

La 'multa' en la cotización a los contratos más cortos no ha tenido efecto en la precariedad.

precLa reforma laboral ha tenido un efecto paradójico en los contratos temporales. Por un lado, ha reducido su número y su peso en el mercado laboral a mínimos históricos. Por otro, ha aflorado la verdadera precariedad asociada a estos empleos: el 37,3% de los registrados en lo que va de año se firmaron por apenas siete días, once puntos porcentuales más que antes de la reforma. Desde su entrada en vigor se han convertido en la opción más frecuente para los empleados eventuales, sin que las medidas puestas en marcha para disuadir del abuso de la temporalidad hayan tenido efecto.

"Menos contratos eventuales, pero más precarios que nunca" podría ser el balance del uno de los datos que muestran uno de los puntos 'débiles' de la reforma: la mejora de la calidad del empleo se ha logrado restringiendo la contratación temporal, pero no ha mejorado las condiciones de esta. Teniendo en cuenta que los eventuales aún suponen seis de cada diez contratos de los que se firman, que los de menor duración ganen peso es un fenómeno preocupante.

Esta evolución tiene una explicación estadística: la norma puso el foco en reducir los contratos eventuales de duración indeterminada, aquellos que no establecen una fecha de caducidad en el momento de la firma. Para ello, a partir de marzo de 2022 se suprimió el contrato por obra y servicio, una modalidad que, según el consenso de los analistas, ocultaba el grueso de los contratos más precarios.

El número de contratos temporales pasó de 17,27 millones en 2021 a 8,94 millones a cierre del pasado ejercicio, un 48,2% menos. La mayor parte se debe al descenso de los indeterminados. Hace tres años alcanzaban 6,68 millones, de los que 5,76 millones eran por obra y servicio. En 2024, la cifra se había reducido a 1,1 millones, un 83,5% menos. El remanente se debe exclusivamente a los contratos de sustitución y motivados por una jubilación parcial.

Por su parte, los contratos de duración determinada que superan el mes cayeron un 31,7% hasta los 2,54 millones. El endurecimiento de las condiciones para los empleos eventuales de mayor duración, que obligan a hacerlos indefinidos, y el impulso a la alternativa de los fijos discontinuos explica este descenso. Aunque lo cierto es que las conversiones de temporal a indefinido han tenido una mejora muy tibia, lo que apunta a que las empresas prefieren dejarlos caducar y hacer uno nuevo de cero.

Los contratos inferiores a un mes descendieron un 22,9%, hasta quedarse en los 5,29 millones. De ellos, el grueso corresponde a 3,3 millones de contratos inferiores a 7 días, un 26,5% menos. Es llamativo que, a pesar de que estos contratos de corta duración son los más penalizados por la reforma, han sido los que menos han retrocedido proporcionalmente.

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El plan Escrivá no cuaja

El entonces ministerio de Inclusión y Seguridad Social y actual gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá, incluyó un recargo en la cotización para las contratos de duración determinada inferior a 30 días. Una suerte de 'multa' que para 2024 se sitúa en 32,60 euros como consecuencia indirecta de la subida de las bases de cotización por el SMI.

Esta sanción creciente (la cuantía inicial eran 27,53 euros), pensada para desanimar a las empresas de hacer contratos de muy corta duración, no parece funcionar. Entre 2023 y 2023, los contratos de menos de un mes subieron un 1,5% y los de menos de siete días un 3,1%. Y la tendencia sigue al alza.

En lo que va de 2025, los contratos de menos de siete días crecen a un ritmo del 2,59% y el total de los de menos de un mes un 1,79%. Con ello, los contratos que apenas llegan a la semana suponen el 37,3% de los eventuales, cuando en 2024 cerraron en el 36,8%.

La suma de los contratos de menos de un mes cerró 2024 en el 59,93%, su máximo histórico y veinte puntos porcentuales más que antes de la reforma laboral. En los tres primeros meses de 2025, se ha reducido al 57,78%, en parte por la desaceleración de los contratos de entre 7 y 30 días. Pero hay que tener en cuenta que estos datos no incluyen la contratación por Semana Santa ni la temporada turística, con lo cual habrá que esperar a ver si se confirma un freno en la tendencia de los tres últimos años o asistimos a un nuevo récord en 2025.

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Esto implica la paradoja de que se firman menos contratos temporales, pero duran menos. Lo cual pone en perspectiva el retroceso de la temporalidad. Como hemos contado en elEconomista.es, el porcentaje de asalariados con contrato eventual ha caído hasta situarse por debajo de Países Bajos y Portugal. Pero nuestro mercado mantiene una tasa de rotación, es decir, de entradas y salidas trimestrales de la ocupación, mucho más alta que esos dos países.

Temporalidad marca España

Es decir, el uso de la temporalidad es diferente al de otros países, ya sea por la mayor dependencia de las denominadas actividades de escaso valor añadido, lo que dispara la contratación de baja duración, sea por una legislación que se ha quedado a medias a la hora de definir las causas que justifican un contrato temporal y contrarrestar la precariedad asociada a nuestro modelo productivo.

El comportamiento explica otro fenómeno asociado a la reforma laboral: los contratos indefinidos han disparado el número de firmas, pero también han perdido estabilidad. Esto se aprecia tanto en los datos la duración de los periodos de afiliación como en la rotación contractual (número de contratos por persona). Un fenómeno en el que se combina el auge de los fijos discontinuos (que encadenan periodos de alta y baja de afiliación pese a que su contrato no se extinga), pero también un fuerte aumento de lasextinciones por dimisión, despido y no superar el periodo de prueba.

No son pocos los expertos que aseguran que el empleo estable se ha contagiado de buena parte de la precariedad asociada los antiguos contratos por obra y servicio, es decir, de duración indeterminada.

Así las cosas, la innegable mejora de la calidad del empleo recoge un elevado efecto composición es las estadísticas: la existencia de más contratos indefinidos mejora las cifras, pero muchos de estos trabajadores, sean fijos o eventuales, se encuentran con una situación no demasiado diferente, en la práctica, a la que tenían antes.

Para empeorar las cosas, esta mejora también parece agotada. En lo que va de 2025, la contratación indefinida acumulada ha caído en un 2,24%. Se puede argüir que a más empleo fijo menos necesidad de firmar nuevos contratos, pero si tenemos en cuenta que seis de cada diez contratos son temporales, y que ese porcentaje lleva estancado prácticamente desde la entrada en vigor de la norma, está claro que hay una barrera en el modelo productivo español que impide reducirlo que los expertos ya llaman la "temporalidad empírica" del empleo. Es decir, la precariedad que subsiste en nuestro mercado laboral y a veces parece quedar disimulada tras las grandes cifras.

 

Javier Esteban

Fecha
Fuente
elEconomista.es
Tipo
Noticias de los medios de comunicación