La academia que prepara a opositores de forma gratuita: “Hay que evitar que solo haya funcionarios de una clase social”

La Escuela Ciudadana de Administración Pública nació con la idea de romper los sesgos que todavía frenan a tantas personas a la hora de prepararse una oposición tanto por su nivel económico, ubicación territorial o capital social.

En un mundo en el que cada vez prevalece más el individualismo, el rédito económico, la falta de comunidad y la despolitización de la vida diaria, proyectos como la Escuela Ciudadana de Administración Pública (ECAP) sacan una pequeña sonrisa a aquellos que todavía confían en la solidaridad. En ella, más de 70 funcionarios de carrera orientan y enseñan sin coste alguno a casi 1.500 alumnos de toda España que confían en esta Escuela como una forma de romper la barrera económica, aunque no solo, para poder trabajar en la Administración Pública sin desembolsarse hasta 200 euros al mes durante su periodo de preparación. “Queremos democratizar la función pública, que en ella haya representación de toda la ciudadanía”, adelanta Ernesto Castellano, uno de los impulsores de la ECAP.

Este madrileño de 33 años y físico de formación pronto se dio cuenta de cómo la preparación de las oposiciones constituía una gran cortapisa para muchas personas que no podían costearse de manera continuada una academia al uso. Todo nació cuando él y otros tantos aprobaron la oposición de Gestión de la Administración Civil del Estado. “Vimos que habíamos pagado mucho por las clases y los temarios. Coincidió que a nuestro alrededor había gente que no sabía muy bien qué hacer con su vida y decidieron opositar, así que de forma natural nos salió ayudarles durante su preparación”, desarrolla este actual funcionario en el Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado.

Se corrió la voz y el círculo se expandió. Pasaron de dar clase en casa de uno de sus alumnos improvisados a ocupar el local de una pequeña asociación cultural llamada La Cultureña, ubicada en Príncipe Pío, en Madrid. Cuando alcanzaron casi 30 personas vieron que aquello se quedaba pequeño, por lo que decidieron impartir las clases online. 

No fue hasta marzo del año pasado cuando se produjo un “boom”, tal y como lo describe el mismo Castellano: “También conocimos a muchas personas con la misma sensibilidad y que les había costado mucho sacarse su plaza, así que se unieron a la Escuela”. Si hace un año el profesorado lo componían 15 funcionarios, actualmente son 72. Algo similar ha pasado con el alumnado, que a día de hoy alcanza las 1.463 personas.

La iniciativa crecía y había que darle forma. Decidieron constituirse como asociación y organizarse en grupos de trabajo. “Eso era fundamental si queríamos crear una academia gratuita con unos servicios, como mínimo, iguales a cualquier academia privada”, explica el impulsor del proyecto. A día de hoy, la ECAP ofrece a cualquier persona de forma totalmente gratuita los temarios de hasta ocho oposiciones, un banco de preguntas tipo test y casos prácticos y sus resoluciones a través de un campus virtual. En cada oposición hay coordinadores académicos, profesores y tutores.

Como una academia más, sus clases ocupan dos horas por la tarde de lunes a jueves teniendo en cuenta todas las oposiciones que preparan. Los miércoles la clase es presencial: “Es importante que se conozcan entre los opositores, compartan dudas y se genere una dinámica de trabajo en equipo”, enfatiza el mismo Castellano.

Una militancia política

El objetivo está claro: que cualquier persona pueda prepararse las oposiciones en igualdad de condiciones independientemente de su nivel económico. “Por mucho que lo ponga en el papel, no vivimos en un principio de igualdad, y esos sesgos de clase se traducen en el desarrollo de las políticas públicas que realizan los funcionarios”, sostiene Valentina García, que a sus 38 años es funcionaria del Cuerpo de Gestión de la Administración Civil del Estado. 

Esta cordobesa afincada en la capital rememora que fue al inicio de la preparación de sus oposiciones cuando se percató de que el apoyo a nivel de recursos económicos y familiares, así como el capital social, juegan un papel determinante en el posible triunfo. “No solo queremos democratizar el acceso, sino también acercar la Administración a la ciudadanía, que en última instancia es para quien trabajamos”, añade esta profesora de la ECAP.

Así intentan romper ese círculo perverso en el que durante años, y todavía hoy, los privilegios son cruciales para el devenir de un opositor. “Hay que evitar que solo haya funcionarios de una clase social porque, si no, no podremos cumplir nuestro mandato constitucional de servir con objetividad al interés general, porque no todo el mundo estará representado en la función pública”, sintetiza.

García lo tiene claro: formar parte como instructora de la ECAP es una militancia política. “Queremos que en la Administración, con su repetido vuelva usted mañana, también haya personas que hayan sufrido sus estragos, que sepan la importancia de que la ciudadanía entienda los trámites y procesos”, prosigue.

Contra la barrera sociocultural y territorial

De todas formas, en la ECAP percibieron que no solo existe una barrera económica, sino también sociocultural. “Hay mucha gente que ni siquiera conoce esta opción de trabajar para el Estado. El plantearse que uno puede acceder a ello ya es un sesgo muy grande, igual que si hay alguien o no de tu entorno que ya trabaja para la Administración”, recalca Castellano.

Por eso, aparte del grupo de trabajo centrado en la academia, hay otro que se encarga de ir a dar charlas a institutos que imparten formación profesional, a clases de bachillerato y diversas universidades. “Más allá de lo que la gente conoce de los funcionarios, como profesores o profesionales del ámbito sanitario, hay una gran posibilidad de llegar a ser gestores o elaboradores de políticas públicas, y queremos que sepan que se pueden preparar para ello de forma gratuita”, añade el artífice de la ECAP. Este nuevo trimestre ya han planteado acudir a unos 20 institutos, y están conversando con la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad Autónoma de Madrid para hacer lo propio.

No es la única barrera que desde la ECAP intentan derribar a base de altruismo, transmisión gratuita de conocimientos y buen hacer. La territorial se erige como otra de las fronteras que pueden separar a una persona de poder opositar o no, o siquiera llegar a imaginárselo. “La mayor parte de los ministerios y organismos institucionales están en Madrid, así que las carreras y redes se hacen aquí”, introduce Castellano. Ese es uno de los motivos por el que todas sus clases son online, incluso la presencial de los miércoles.

El negocio de la preparación de oposiciones

Mucho más allá de la capital vive Adrián Fariña, quien estudió Derecho y Ciencias Políticas. Este ourensano de 31 años llegó a la ECAP, precisamente, porque no podía seguir costeándose la preparación de su oposición. “Pagaba unos 225 euros al mes en una academia privada y era media hora de clase a la semana. La ECAP es mucho mejor de lo que podía llegar a pensar”, valora. Lleva ocho meses formando parte de esta peculiar academia, aunque enfrenta los dos años como opositor. “Veía que esto de las oposiciones era un sacacuartos con el que mucha gente hacía negocio”, incide.

Como tantos otros, agradece que en la Escuela Ciudadana se impulsen los ejercicios y ensayos en grupo. “Así cada alumno aprende de la experiencia de los demás”, apuntilla. Además, sin la ECAP Fariña hubiera apostado por otra oposición algo más sencilla. “Lo hubiera dejado por la inversión tan alta de recursos y el tiempo que le tenía que dedicar y que no me podía permitir”, subraya.

Hace la Administración más abierta y transparente

Beatriz Gozalo conoció a la ECAP en febrero de 2023. Fue una de las primeras alumnas que llegó a acudir a La Cultureña de Príncipe Pío. En estos momentos dice que está “atacada” porque está eligiendo destino. Esta madrileña de 50 años aprobó la oposición a la Administración General del Estado después de pasar por la Escuela Ciudadana: “Llegué a pagar hasta 160 euros al mes por una academia privada, y eso que no era de las archiconocidas de la ciudad”, recuerda.

En su caso, con una gran base asentada de conocimientos previos, su paso por la ECAP le sirvió para compartir inquietudes con los demás, y ayudar a los que acaban de empezar esta carrera de fondo que no siempre la puede iniciar todo el mundo. “Estos proyectos son esenciales para que los funcionarios que tramitan prestaciones en la Seguridad Social vengan de entornos que les hayan hecho ver lo cruciales para la vida de una persona que pueden llegar a ser esos procesos a veces burocráticos y tediosos”, ejemplifica Gozalo. Desde su punto de vista, “no es solo democratizar, sino transformar la Administración para que sea más abierta y transparente”.

Esta funcionaria remarca que en la Escuela Ciudadana se da algo que no existe en muchas otras academias: “En otros sitios, los profesores son gente muy válida con años de experiencia en docencia, pero no son funcionarios. Te explican bien el temario, pero lo que necesitas es aprobar la oposición. En la ECAP todos son funcionarios de carrera y han pasado por lo mismo que tú, así que te entienden muy bien tanto a nivel emocional como a la hora de enfrentar un examen”.

Una cadena solidaria

A fin de cuentas, la ECAP apunta y dispara a ese coste de oportunidad que supone estarse preparando una oposición durante años. “Hay gente que puede dejarse más de 3.000 euros al año”, cifra Castellano, lo que supone una gran veda para las clases más humildes. Ellos lo hacen todo de forma altruista. A día de hoy, son 72 socios en la asociación que pagan 20 euros anuales con los que mantienen el servidor online y costean el alquiler del local en el que realizan las clases presenciales. 

Además, este nuevo curso han decidido abrir un nuevo camino y dejar de ser una academia pasiva, que solo reciba alumnado. “Buscaremos ciertos colectivos para que la Administración se parezca más a la sociedad y que también sirva como forma de inserción laboral”, profundiza el impulsor de la Escuela. Explicarán a personas con discapacidad, mujeres víctimas de violencia de género y migrantes, quienes sí pueden ser personal laboral en la Administración aunque no tengan la nacionalidad española, todas las posibilidades que existen para ellas.

Como si de una cadena solidaria infinita se tratara, la ECAP es la viva imagen de que las cosas se pueden hacer de otra forma. Alejados del conformismo y la individualidad, aquí hay gente invirtiendo gran parte de su tiempo en crear una sociedad mejor. “Es una obligación moral ayudar. Si finalmente apruebo, yo creo que me sumaré a la ECAP, y espero estar preparado para ello”, concluye Fariña desde Galicia.

 

Guillermo Martínez

Fecha
Fuente
eldiario.es
Tipo
Noticias de los medios de comunicación