Un perfil de opositor se ha disparado en los últimos años: el empleado que, al llegar a su quinta década, empieza a verle las orejas al lobo y prepara su salida al sector público.
En la última novela de Sara Mesa, Oposición (Anagrama), la funcionaria Beni anima a su joven compañera de oficina interina a opositar. Lo de “ahí fuera” es muy hostil e inestable, pero lo de dentro ofrece “tranquilidad”. “Yo se lo digo a la gente que aprecio, dijo, por eso también te lo digo a ti, que lo importante en el trabajo es la seguridad”, le explica. “Cuando se es joven es el mejor momento para opositar, dijo también”.
Para muchos, opositar parece sinónimo de treintañero desencantado. Hoy, los jóvenes siguen siendo el perfil más común a la hora de plantearse trabajar en el sector público. Sin embargo, las academias de preparación y los examinadores están viendo cómo la media de edad está aumentando, gracias principalmente a un perfil muy concreto. El del trabajador de 50 años que, aunque aún tiene empleo, se pone a estudiar por lo que pueda pasar, en busca de mejores horarios, estabilidad y, sobre todo, como decía Beni, tranquilidad.
María Romina Diéguez, que acaba de cumplir 48 años, es una de ellas. Trabaja en una residencia de ancianos, pero en sus ratos libres, prepara unas oposiciones a celadora para el Sergas, el Servicio de Salud Gallego. “Tengo una artrosis que te mueres a mi edad, como siga así voy a pasar a los 60 de la cocina a una habitación de la residencia”, bromea. “Quiero tener buena salud, una jubilación buena y ahí no lo voy a conseguir, creo que por eso tanta gente de mi edad está opositando”.
Como explican desde la academia de formación Adams, donde estudia Diéguez, el porcentaje de estos estudiantes se ha disparado durante los últimos años. La compañía suele realizar fotografías de algunos de sus simulacros de examen, pero es común que los que se presentan a ellos soliciten no aparecer en ellas: no quieren que su empresa se entere de que están pensando en pasarse al sector público. Es el caso de la propia cocinera, que no ha comunicado a la empresa que se está preparando. Otros compañeros lo hicieron y no sentó bien.
Según los datos de Adams en un estudio realizado junto con More Than Research, el 45% de los opositores trabajan en el sector privado y buscan, ante todo, mejores condiciones. Hay muchos motivos para ello, como explica Tomás Izquierdo Rus, profesor titular de la Universidad de Murcia y autor de El desempleo en los mayores de 45. “Los mayores de 50 años prefieren el sector público por diferentes cuestiones: condiciones laborales (horarios establecidos, beneficios adicionales, menos presión en términos de productividad), desmotivación ante el sector privado (falta de oportunidades de crecimiento, presión constante por resultados o precariedad laboral) y cambios en el mercado laboral (automatización y digitalización de muchos sectores de actividad), dejando a los mayores de 45 en mayor situación de vulnerabilidad”, explica.
Un caso semejante es el del sevillano Manuel Muñoz, solo que él empezó a preparar la oposición después de perder su puesto en una empresa de transporte en la que llevaba 16 años. Tras tantos años de experiencia, y aunque a su juicio no pedía ninguna locura económica, no era capaz de encontrar en el sector privado ninguna oferta que se ajustase a lo que buscaba, así que se lanzó a opositar. Ha aprobado las oposiciones de Administrativos de la Seguridad Social y está a la espera de resultados de la de Auxiliares del Estado.
A determinada edad, saben que las posibilidades de mejorar salarialmente son escasas
“En la empresa primero me abrieron la puerta, no accedí a cambiarme de puesto y luego tuve una pequeña lesión, una torcedura de tobillo jugando con mi sobrino, pero me pilló justo con la pandemia”, explica. “No me dieron la baja definitiva y al volver mi jefe me abrió las puertas del todo para quitarme de en medio”. Echaba currículos y no encontraba nada o le cambiaban las condiciones en el último momento, así que su familia le animó a opositar y decidió hacerlo porque no veía futuro en el sector privado.
Llega un momento en la vida...
A medida que las carreras profesionales avanzan y el trabajador está más cerca de su jubilación que de sus primeros años, empieza a hacer cuentas y a darse cuenta de que no solo un despido imprevisto puede resultar fatal, sino que las posibilidades de progresar económica y profesionalmente son reducidas. Es lo que le ocurre a Diéguez, que sabe que en la residencia en la que trabaja no va a tener muchas posibilidades para crecer.
“Los opositores mayores de 50 años que deciden dar el salto al sector público suelen buscar principalmente dos garantías: seguridad laboral y conciliación de la vida personal y profesional”, explica. Es una de las motivaciones que ha llevado a Muñoz a opositar. Por una parte, la posibilidad de cuidar de sus sobrinos. Pero una mejor conciliación también le habría permitido cuidar de sus padres. Es algo que le está ocurriendo a varias generaciones, que están viendo cómo van a tener que cuidar de sus padres mientras trabajan y cuidan de sus hijos. Otra consecuencia del envejecimiento de la población.
"El sector público valora la experiencia y la madurez emocional"
Hay otras razones relacionadas con las circunstancias de la etapa vital y profesional que influyen en esta decisión, que hacen que las prioridades cambien. “Entre esas motivaciones se encuentran una mejora de las condiciones laborales (pensiones más altas, incremento de permisos y vacaciones retribuidas, mayor protección social, etc.), reconocimiento y valoración de su experiencia, ya que el sector público valora la experiencia y la madurez profesional”, recuerda el sociólogo. “Por último, la reducción de las exigencias físicas los convierte, en muchas ocasiones, en trabajos más adecuados para los mayores de 50 años”.
A partir de determinada edad, los incentivos que podía presentar el sector privado durante la juventud, como la proyección profesional o mejoras salariales sustantivas empiezan a esfumarse en favor de otros factores. Como recuerda Muñoz, “a lo mejor un ingeniero que sea muy bueno o un buen abogado sí que tienen mejor sueldo que cualquier persona en la administración, pero en cuanto a conciliación, eso en la privada no lo hay. En la administración sabes que a las tres de la tarde te vas a casa”.
Otras compañías como Opositatest también muestran en sus estudios que la cifra de este perfil se ha doblado desde la pandemia. Según sus cálculos, la proporción de opositores mayores de 50 pasó del 5% en 2019 a un 15% en 2023. Es una de esas magnitudes que aumentan en los momentos de crisis laboral y económica. La pandemia, unida al gran reemplazo generacional que se viene, ha sido clave a la hora de empujar a muchos al sector público: “Incluso después de la recuperación económica, muchos trabajadores mayores de 50 años han sentido que el sector privado ya no les ofrece las garantías que necesitan, en un contexto de inflación y posibles recesiones”, señala Izquierdo.
“Sí, existe un temor creciente a edades cada vez más tempranas de sufrir un desempleo que pueda expulsar a las personas del mercado de manera permanente”, recuerda. “Este temor está justificado por las dinámicas actuales del mercado laboral y las transformaciones económicas y tecnológicas que están redefiniendo las reglas del juego”. El temor al desempleo de larga duración (más de un año en paro) es uno de los mayores entre los trabajadores de más de 50.
¿La edad perfecta?
A pesar de este repunte de los opositores maduros, el perfil del opositor medio sigue siendo una mujer (55%) de entre 25 y 44 años (58%). Cuando Muñoz acude a estudiar a la biblioteca de su pueblo, el Viso del Alcor, se encuentra con los hijos de sus compañeros del instituto. “Mis nuevos amigos son los hijos de mis amigos”, bromea. “Ellos tienen veintitantos, pero nos apoyamos los unos a los otros: si fallas dos días seguidos, ya están preguntando por ti”.
"Ni te imaginas la rabia que me da no haber opositado antes"
Uno de los grandes hándicaps es volver a reiniciar el cerebro para estudiar como en el colegio, el instituto o la universidad. Algo que es complicado, reconocen estos opositores, pero que se puede conseguir con esfuerzo y ganas. Si lo hubiesen sabido antes, más de uno se habría animado a hacerlo antes, pero, como insiste Diéguez, nunca es tarde. “Ni te puedes imaginar la rabia que me da no haberlo hecho antes”, confiesa. “Llevo viviendo en Ourense desde 2013, justo detrás del hospital, y todos mis vecinos son médicos, personal sanitario, etc.”
A su edad, tiene la sensación de que ya no le queda margen para equivocarse, a diferencia de sus hijos, a los que aún le quedan varias vidas a los veinte. Por eso sabe que en el sector público puede disfrutar de una seguridad que no va a encontrar en ningún lugar, y como ella, todo ese grueso de exiliados del sector privado al público. “El sector público se percibe como un ‘refugio seguro’, lo que explica el aumento de opositores mayores de 50 años”, concluye Izquierdo. “Sin embargo, esta situación es también una llamada de atención sobre la necesidad de mejorar las condiciones laborales de todos los sectores y la implementación de políticas que faciliten la reinserción laboral de los trabajadores mayores”.
Héctor García Barnés