Por qué hay tanta diferencia entre las horas efectivas trabajadas que marcan INE y Seguridad Social

Hay que ir a la fuente de las encuestas para conocer el origen de la brecha.

relloLas horas efectivas trabajadas en el segundo trimestre de 2024 son un 10,6% superiores a las del último trimestre de 2019 -fecha de referencia de niveles prepandemia-, como consecuencia del aumento tanto de cotizantes como del tiempo trabajado. El dato se desprende de la Estadística Trimestral de Horas Cotizadas (ETHC) de la Seguridad Social, que coincide con las mediciones de la Encuesta Trimestral de Coste Laboral (ETCL) pero no con las de la Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística (INE), que apunta a un avance del 4,6%. ¿Quién lleva razón? Hay que ir a la fuente de las encuestas para conocer dónde se origina la brecha.

La estadística del Ministerio Inclusión, Seguridad Social y Migraciones es elaborada a partir de las horas cotizadas y de las relaciones laborales por cotizante informadas a la Seguridad Social (afiliación al Régimen General) y las pactadas por convenio. El cálculo de las horas efectivas trabajadas lo hace descontando de esas horas pactadas (incluyendo vacaciones y festivos) las horas de los trabajadores en situación de ERTE o incapacidad temporal, prestaciones (nacimiento y cuidado del menor...) y otras causas de ausencia.

Siguiendo esta ecuación, el índice se situó en el segundo trimestre de 2024 en 110,6 puntos frente a los 100 del último trimestre de 2019, es decir, un incremento de las horas efectivas trabajadas del 10,6% respecto al nivel previo a la pandemia. El Ministerio argumenta la subida de las horas efectivas trabajadas en estos últimos cuatro años y medio en la combinación del aumento del 10,1% del número de cotizantes en el Régimen General (+1,5 millones de personas desde entonces) y de la evolución al alza del 0,5 % de las horas efectivas por cada cotizante.

Esta evolución está en línea con la de la Encuesta Trimestral de Coste Laboral (ETCL) que el INE hace a empresas seleccionadas (horas pactadas más las extraordinarias menos las no trabajadas por motivos como vacaciones o bajas), que muestra un incremento del 10,9% en las horas efectivas trabajadas respecto a 2019.

Sin embargo, los resultados están muy por encima de los de la Encuesta de Población Activa (EPA) a los hogares y de la Contabilidad Nacional (ambas también del INE), síntesis de todas las fuentes anteriores. El departamento que dirige Elma Saiz reconoce esta brecha y destaca, además, que se produce a partir del tercer trimestre de 2021, es decir, coincidiendo con la aprobación de la reforma laboral, ¿pero cómo se explica esta divergencia?

Hay que tener en cuenta que la metodología es muy diferente entre las cuatro estadísticas. La Seguridad Social extrae sus datos de la afiliación al Régimen General (donde cotizan la mayoría de los asalariados pero no todos) mientras que la EPA es una mega encuesta a hogares (60.000), la ECTL a empresas seleccionadas y, en materia de empleo, la Contabilidad Nacional se presenta como una síntesis de todas las anteriores, también las de Seguridad Social. Cada una, con su propio tratamiento estadístico, aunque el origen de la divergencia parece estar en las diferencias entre la EPA y la ETHC.

La información recopilada por la EPA va por un camino muy diferente al de la Seguridad Social. La mega encuesta a los hogares pregunta a quienes previamente respondieron que tenían un empleo, si trabajaron en la semana de referencia y las horas de trabajo habituales y efectivas (incluye las extra) en esos días, es decir, muestra el número de asalariados que no han trabajado en la semana de referencia diferenciadas por motivos pero no recoge las horas semanales no trabajadas (ERTE, baja, vacaciones, permisos...), lo que perjudica la comparativa con las otras dos encuestas y distorsiona los resultados.

La 'cocina' de Escrivá

La del Ministerio calcula el empleo a partir de la 'factura' que cada puesto de trabajo supone a los empleadores (al igual que lo hace la ETCL). De hecho, la afiliación es un registro de relaciones laborales, no de número de personas físicas que trabajan. En cualquier caso, la información facilitada por el Ministerio de Inclusión no es demasiado completa como para profundizar en el tratamiento que da a los datos que publica el INE, en especial a los de la Encuesta Trimestral de Costes Laborales, a la hora de construir su comparativa.

Si nos ceñimos a los datos de afiliación, se puede intuir un impacto directo de la reforma laboral, que redujo sustancialmente el empleo temporal, y un mayor cambio -al alza- en las horas trabajadas, según la Seguridad Social, al reducir la volatilidad de afiliación. De igual manera, desde 2021 se ha producido un descenso en el empleo a tiempo parcial.

La métrica de las horas trabajadas según Seguridad Sociales es un modelo acuñado a finales de 2023, cuando José Luis Escrivá aún era ministro e Inclusión, Seguridad Social y Migraciones y los datos de la EPA y de Contabilidad Nacional arrojaban una debilidad en la recuperación de las horas de trabajo que lastraba la productividad de la economía. Su diseño pretende emular la fórmula utilizada por el INE, pero con unas fuentes diferentes (los registros de cotización).

A nadie se le escapa que con ello se obtienen unos datos mucho más halagüeños, si bien no dejan de ser válidos como un análisis alternativo de la evolución de la productividad. El problema es que los economistas, servicios de estudios y organismos nacionales e internaciones (incluyendo el Banco de España que ahora dirige Escrivá) se remiten a los datos del INE. Y estos muestran una mejoría, pero no tan intensa como los de Inclusión.

 

María Medinilla/Javier Esteban

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elEconomista.es
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Noticias de los medios de comunicación